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Wednesday, May 28, 2008

Impunidad sin límites

Impunidad sin límites

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - En el socialismo real el
linchamiento es una cuestión de rutina. Los ejecutores tienen todas las
armas y una patente para usar la impunidad en sus expresiones más exóticas.

Las víctimas observan las maniobras de la ejecución que se llevan a cabo
sin previo aviso mientras la sorpresa y el escalofrío se apoderan de su
sistema nervioso central.

Es así que llega la unanimidad y otras mansedumbres. Cualquiera puede
terminar en el patíbulo. Basta que se asuman actitudes no compatibles
con el orden establecido para sentir el aire frío de la muerte.

Lo más significativo de tales procedimientos es su premeditación y
alevosía. Un juicio sumario, quizás una soberana paliza propinada por
las "gentiles" brigadas de respuesta rápida o una lapidación a golpe de
acusaciones de diversas tonalidades donde se incluyen chismes, embustes,
medias verdades y cuanto recoveco de la vida privada sea factible para
armar una denigración propagandística de varios kilotones. Todo esto en
vivo y en directo por todos los medios de comunicación de alcance
nacional e internacional.

Sencillamente el sagrado derecho a la privacidad es papel mojado. No hay
nada extraño en esta afirmación si de Cuba se trata.

En días recientes han vuelto a recordarnos la validez de la impunidad
por encima de los derechos humanos más importantes.

Entrar a la cuenta de correo electrónico y grabar conversaciones
telefónicas ajenas se presentan como una potestad del estado para la que
no hay defensa posible.

Eso hacen las autoridades cotidianamente con una serie de personas que
no comulgan con el dogma oficial. Nadie, incluso los que asumen poses de
fiscales en estos linchamientos mediáticos, están a salvo de que algún
día le amplifiquen su privacidad por los periódicos, la radio y la
televisión y le pongan el cartel de contrarrevolucionario. En las
dictaduras de corte totalitario todos, de una forma u otra, bailamos en
la cuerda floja.

Independientemente de la supuesta culpabilidad o inocencia de los
encartados, no es serio que un grupo de periodistas se ocupen de
ensamblar una dramaturgia, por cierto de muy mala factura, con el ánimo
de distorsionar y no esclarecer con la debida objetividad un asunto
determinado.

Todo apunta a un show y no a un auténtico examen de los sucesos que
implican a algunos disidentes, personal de la embajada norteamericana y
personajes del exilio.

¿Por qué, si dicen tener pruebas de un presunto financiamiento de
diplomáticos estadounidenses a la oposición interna, no implementan la
clausura de esta legación?
Dudo, como aseguran los acusadores, que el personal de la sede
estadounidense en La Habana haya entregado dinero en efectivo a varios
líderes de la disidencia.

Es pública la entrega de implementos periodísticos, literatura, entre
otros equipamientos que no deberían representar un peligro para ningún
gobierno que se precie de tener a cerca del 100% de la población a su
favor como sucede en Cuba. Mas allá de esos materiales, todo lo que se
diga queda en el terreno de la especulación.

Otra pregunta sirve para poner en dudas la veracidad de una historia que
han dotado de las características de un thriller.

Si los inculpados son tan peligrosos. ¿Qué hacen todavía en sus
respectivas casas?
Estoy convencido que quienes acusan cumplen un plan sin ánimos de
practicar un proceso penal que redundaría en un costo político demasiado
alto en circunstancias no propicias para este tipo de escándalos.

Según mis modestas apreciaciones existen al menos tres fines: en primer
lugar el intento de desprestigiar a la oposición -ante un eventual
proceso de mayores reformas- donde quede expresa su debilidad y por
tanto disminuir las probabilidades de alternativas que coadyuven a
ampliar los márgenes de esas potenciales aperturas.

En segundo lugar, lograr empañar la imagen de las Damas de Blanco ante
la comunidad internacional y la opinión pública interna. De más está
decir que es la organización con más simpatías alrededor del mundo dado
el carácter de su lucha pacífica por la libertad de sus familiares
presos por razones políticas. Además la combinación de la temeridad de
sus actos con la adopción de una filosofía afín a los preceptos
cristianos, hacen de ellas un ejemplo muy negativo para la imagen del
régimen sucesor de caras a una legitimidad en proceso de consolidarse.

En tercer lugar, podríamos estar ante las evidencias de los temores del
oficialismo ante la dinámica de unos cambios que podrán precipitarse, a
partir de los niveles de descontento en importantes sectores sociales,
políticos e intelectuales.

Con la furibunda campaña orquestada en estos días contra la disidencia
se envía un mensaje de fuerza que subraya la naturaleza dominante del
sistema. Sería como advertir que todos están bajo la lupa del poder y
con esto la nota subliminal de la cárcel, el ostracismo, las palizas de
las tropas parapoliciales, el destierro o el clásico linchamiento verbal
que de hecho es una manera de anular a los críticos con economía de
recursos.

Poco a poco llegamos a un punto en que el gobierno debe afinar sus
estrategias para sobrevivir. Son tantos los problemas y las
complejidades que le resulta muy fácil equivocarse. Uno de los asuntos
principales radica en el costo ascendente de los errores, pues el precio
de los dislates aumenta a medida que el tiempo pasa.

Es obvio que los nuevos arquitectos del poder no encuentran una vía
eficaz para reparar la ruinosa maquinaria del totalitarismo. Apuestan
por continuar ejercitando patrones trillados.

Por eso me atrevo a afirmar que tal vez estemos en el umbral de otras
lapidaciones mediáticas de disidentes. Es lógico. El temor dentro de la
nomenclatura crece.

http://www.cubanet.org/CNews/y08/may08/28cronica2.html

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