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Thursday, May 08, 2008

La transición de uniforme

Publicado el jueves 08 de mayo del 2008

JORGE FERRER: La transición de uniforme

Uno de los principales desafíos que enfrentan los procesos de
democratización en países sometidos a largas dictaduras radica en la
manera en que se consigue sumar al ejército a la nueva andadura
reformista. A menudo, aunque es circunstancia que ha remitido en los
últimos años, la posibilidad del golpismo ensombrece el panorama de las
reformas institucionales.

Pocos conocen esos avatares mejor que Narcís Serra, quien acaba de
publicar La transición militar. Reflexiones en torno a la reforma
democrática de las fuerzas armadas (Barcelona: Debate, 2008), un libro
de doctrina militar que basa en su experiencia como ministro de Defensa
español entre 1982 y 1991, una década en la que España se despojó de la
rémora del franquismo y consiguió una reforma de las relaciones entre
poder político y ejército verdaderamente ejemplar. Las mismas que han
permitido salto tan espectacular como el que va de aquellas piñas de
generalotes con ojos ocultos tras gafas tintadas de negro a la oronda
Carme Chacón, actual ministra de Defensa, pasando revista a las tropas
con avanzado embarazo y ''¡Viva España!'' contenido.

Para la Cuba que vivirá más pronto que tarde su propia transición
institucional hacia la democracia, la cuestión del acomodo del ejército
a una sociedad donde los militares queden plenamente subordinados al
poder civil es crucial. Y es evidente que conseguir la anuencia de la
alta jerarquía castrense a que quienes presidan el gobierno y
establezcan la función social y las misiones de las tropas sean cargos
civiles --y no el comandante en jefe Fidel Castro o el general de
ejército Raúl Castro-- implica mucho más que una mera cuestión de
reordenamiento jurídico.

Una ''transición militar'' en Cuba deberá enfrentar obstáculos de enorme
calado, como la radical militarización de la vida y la política cubanas
en el último medio siglo. También, y sobre todo, la gestión militar de
una economía vista tantas veces como ''economía de guerra''. No por
gusto la célebre ecuación de Raúl Castro distinguía tanques de frijoles,
una dupla que aun cuando apostara por los segundos, subraya el estrecho
vínculo entre ejército y administración económica.

Así, no fue un mero accidente que la opción por los frijoles trajera
consigo una estrategia de afianzamiento de la cúpula militar en sectores
punteros de la economía, a medida que el otrora elefantiásico ejército
cubano iba desmovilizando efectivos. A ello se suma el peso de Ramiro
Valdés en la gestión de las nuevas tecnologías de la comunicación desde
fecha tan temprana como los años '80, cuando presidía la corporación
COPEXTEL. Todas esas premisas amenazan con colocar a la cúpula castrense
al timón de la nave de la economía cubana del poscastrismo.

Se trata de una situación que difiere en buena medida de la que enfrentó
España y que muy probablemente obligue a seguir la senda de una
transición pactada con una cúpula militar que parece buscar un billete a
la Cuba futura por medio del control de las empresas. Podríamos
encontrarnos, en definitiva, con que el modelo que preconiza la
transition through transaction, sea, entre nosotros, un asunto de
transacciones bancarias.

Otro elemento principalísimo a tener en cuenta y que diferencia a los
ejércitos español y cubano a la hora de enfrentar una transición hacia
la democracia es la historia del desempeño de los militares cubanos en
Africa. Si bien el ejército español era heredero del que se alzó con la
victoria en la guerra civil, como el cubano se proclama continuador del
ejército rebelde, también lo es que la retirada del norte de Africa
había minado la moral de los militares españoles involucrados en la
transición. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en cambio, han
salido victoriosas de tres guerras en aquel continente y reivindican con
orgullo su rol en la supresión del apartheid.

Recientemente, Jorge I. Domínguez repasaba esas campañas africanas en
Cuba en el siglo XXI. Ensayos sobre la transición (Madrid: Colibrí,
2006) y anotaba algunas de sus secuelas que afectarán a una transición
futura, en particular ''las demandas que los veteranos de las FAR harán
al Estado y la persistencia de elementos de prestigio social en las
instituciones militares''. Se trata de escollos sorteables, ciertamente,
pero que requerirán mucha imaginación política al poder civil de una
Cuba que se embarque de veras en un cambio a favor de una sociedad abierta.

No son esas las únicas malas noticias, sin embargo. Otra es que la
práctica de las transiciones en años recientes ha demostrado que éstas
no llevan forzosamente al afianzamiento de un régimen plenamente
democrático. Por el contrario, las llamadas ''democracias de baja
intensidad'' son una opción al alza. Y la ''intensidad democrática'' de
una Cuba futura pasa decididamente por los cuarteles y una oficialidad
que sabe de guerra convencional tanto como de estrategias de mercado.

En ese sentido, el libro de Narcís Serra ofrece muchas claves
atendibles. Las sugerencias normativas que desglosa, su visión de la
democratización del ejército como elemento fundamental de una transición
política global, o su insistencia en el óptimo manejo del ritmo y las
formas con que se introdujeron los cambios en España son lectura
provechosa para ''transitólogos'' ocupados en Cuba.

www.eltonodelavoz.com

http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/columnas_de_opinion/story/203392.html

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